Crriiiiiii. La daga se clavó. Surgió entonces el aterrador sonido de la hoja perforando el pecho, penetrando la carne y el hueso..
Xavier frunció ligeramente el ceño por el agudo dolor. La sangre fluía a través de la herida.
—¡No!
Los ojos de Beatriz se volvieron rojos instantáneamente. No esperaba