Por la mañana, Rocío tenía la pierna sobre el torso de Chris y su brazo abrazaba su pecho con fuerza. Además, su cabeza descansaba sobre su pecho haciéndola prácticamente tener la mitad de su cuerpo encima de él.
Chris se había despertado un poco antes y vio esta escena. El calor que irradiaba el cuerpo de Rocío a través de la fina tela de su pijama hizo que su vara comenzara a endurecerse hasta quedar firme como una roca dura.
A pesar de la incomodidad de no tener su tan deseada liberación, Chris quería saborear la sensación de tener a Roció usando su pecho como almohada por un poco más de tiempo.
Su dulce fragancia flotaba a través de sus fosas nasales haciéndolo palpitar con fuerza. Ella olía divina. Su aroma embriagador por sí solo podría enviarlo al límite. Chris nunca supo que una mujer pudiera oler tan jodidamente celestial.
—¡Joder! Ella es una tentadora —murmuró para sí mismo y miró hacia su pequeño cuerpo cuando ella se movió ligeramente.
Sabiendo que estaba a punto de desp