—¡Hacia atrás! ¡Todos hacia atrás! —repitió otra voz masculina.
Arthur sintió una punzada de nerviosismo cuando varios Infantes dieron media vuelta y lo distinguieron detrás de ellos. No les podía ver el rostro, pero estaba seguro que varias miradas interrogativas y de extrañeza se dibujaron en sus caras. Igualmente lo ignoraron y retrocedieron echando miradas por sobre el hombro.
—¡Cazador! —lo llamó la Sargento—. ¡Vamos a abrir fuego! ¡Retrocede!
Asintió con la cabeza. Moviéndose con velocidad, superó a los Infantes que se desplegaban en retirada. Cuando alcanzaron unos diez metros de distancia, desenfundaron sus fusiles de asalto y se formaron en una línea de disparo. Art