Ingresaron a una enorme sala iluminada, la claridad se imponía por los enormes y destruidos ventanales distribuidos a lo largo del edificio. El suelo se encontraba con una gruesa capa de mugre depositada a través de los años, acolchando los pasos y amortiguando los sonidos de los mismos.
Un montón de bancos rotos y en ruinas se distribuían por todos lados. El techo tenía una enorme agujero en un sector y la pared posterior estaba derrumbada, dejando al descubierto varias columnas gruesas aún de pié.
Registrando los rincones y detrás de cada banco en ruinas con el mayor sigilo posible.
—Pasillo a la izquierda —señaló Luan.
—Ponte allí y vigila, si se mueve lo matas —indicó Sonia.
Continuaron recorriendo a lo largo d