82 - Confías en todos.
ARTURO BRUSQUETTI.
— Debes calmarte, Arturo — escuché decir a mi esposa, pero la verdad era, que no deseaba hacerlo. De no ser por Raúl, quien está en mis brazos, ya lo hubiese golpeado.
— Déjalo que hable, Kerianne. Los Brusquetti tienden a ser personas irrazonables con la lengua mu suelta — escupió el hombre —. No me sorprende que su hermano haya desaparecido de la noche a la mañana y ni hablar de la muerte de su madre…, tan repentino, por cierto.
— Ten cuidado con las palabras que salen de tu boca. Algún día, una de ellas, te puede encadenar a un mundo de miseria — respondí, guiñándole el ojo e incentivando a mi esposa a seguir nuestro camino.
Nos alejamos de ellos, cuando de repente, mi esposa me dio un golpe en los hombros.
— ¿Qué te pasa? ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Querías iniciar la tercera guerra mundial, justo en un entierro? — Hablaba tan rápido, que no pude resistirme a besarla para silenciarla —. ¿Y eso?
— Para que te calles — respondí —. Estoy seguro que Natalie, estaría