Jaime no regresó hasta la mañana siguiente.
Al no ver un desayuno abundante en la mesa ni su traje planchado por mí en el perchero, frunció ligeramente el ceño,
—¿Regresaste muy tarde anoche?
Asentí con la cabeza, —Hablé con mi abogado sobre unos asuntos.
Saqué un documento de mi bolso. —Dos copias, firma aquí.
Jaime ni siquiera lo miró, pasó directo a la última página y firmó.
Después de todo, desde su debutó hace diez años y durante nuestros siete de matrimonio, todo lo que tiene que ver con su comida, su ropa, su casa, sus viajes… y hasta la explotación comercial de sus obras, lo he hecho yo sola. Él solo flota en su mundo artístico, altivo y ajeno a la realidad. Suspiré aliviada, guardé el acuerdo en mi bolso y me preparé para salir.
Jaime me detuvo en la puerta con un gesto tenso y artificial, y me agarró del brazo.
—No malinterpretes. Anoche después de cenar, Paula tuvo urticaria. Solo la llevé al hospital, no hicimos nada.
Era la primera vez que Jaime me daba una explicación desde que nos casamos.
Pero olvidó que yo también había tenido urticaria.
Cuando me cubrí de ronchas y le rogué que me llevara al hospital, él dijo:
—¿Acaso no tienes piernas? Si me contagias, ¿cómo voy a poder pintar?
Al ver mi cara fría, Jaime intentó decir algo más, pero en ese momento vino la llamada de Paula.
—Jaime, en el estudio de pintura todos se rieron de mí. Estoy tan avergonzada y triste...
—¡Qué tontita eres! ¿Cómo te dije ayer? Que estabas enferma debías descansar.
Entre sollozos, Paula respondió:
—Pero si no voy al estudio de pintura, no podré terminar a tiempo la nueva exposición. Si te afecto tu carrera, moriría de vergüenza...
—Tonta, ¿cómo podría ser tu culpa que esté enferma?—Mientras Jaime me lanzó una mirada de disgusto—,todo por culpa de ciertos ambiciosos que anteponen el dinero a la vida de los demás. Cariño, espérame en mi despacho, te llevaré a casa.
Jaime cerró la puerta de golpe, sin prestar atención a mi cara hinchada.
Bajé la mirada y tomé mi celular para contactar al emergente artista parisino que llevaba tiempo invitándome.