En ese momento, a Julio no le importaba absolutamente nada.
Silvia estaba muy conmocionada:
—¡Eres un verdadero imbécil!
Julio se rió:
—Soy un imbécil, pero ¿no me amabas con profundidad?
Silvia, oliendo el alcohol en su aliento, se dio cuenta en ese momento de que estaba borracho y haciendo escán