Silvia instintivamente levantó la cabeza, incrédula, mirando a Julio.
Él no estaba enojado, simplemente la observaba, con cada palabra cuidadosamente pronunciada:
—Ahora dime, en realidad ¿qué es lo que quieres?
Estaban tan cerca uno del otro, Silvia enfrentó su mirada complicada y en ese momento