El reflejo del bosque en el lago cerca de la manada siempre había sido mi escenario favorito, con las montañas al fondo y un cielo azul tan intenso. Estaba sentada sobre una roca junto a mi loba que descansaba enrollada en el suelo dejando su pelaje ser acariciado por el viento.
-Oye, recuerdas ese estupido sueño donde estabamos en nuestra forma de lobo corriendo por estos bosques huyendo de la sombra; me atrapo y me dijo que sería suya para siempre.- volte a ver a mi loba que levantó la cabeza hacia mi y resoplo molesta. -¿Se referiría a matarme?, ¿por eso me llamó su lobita?.-
-Si pues, te dije que no lo hicieras. Pero jamás escuchas.- estaba indignada. Los últimos días los había pasado quejándose de todas las advertencias que me había dado y como las ignoré.
-Si bueno, pero esta vez no hui. Logre darle varios golpes antes de que me matar.- volví la vista al lago.
-¡Ya te dije que no estás muerta!. - mi loba se puso en pie de un salto, lanzando mordidas juguetonas.
-Solo estamos des