Estados Unidos... Washington
La oscuridad inundaba aquel sitio en el que él se encontraba, recordando viejas costumbres, viejos amigos y muy viejas promesas, habían pasado cerca de veinte años desde que todo ocurrió, y aún sentía fresca la sangre en sus manos, la sangre que dulcemente hizo derramar.
La mujer a la que amaba no había muerto de una enfermedad, el veneno que corría por sus venas fue el que deterioro su estado de salud actual hasta llevarla a la tumba, nadie nunca supo nada, nadie investigó a fondo, porque cuando muere una persona que viene de las alcantarillas, es basura a comparación de ellos.
—Y es que eras tan dulce —suelta una ligera carcajada.