23 de abril de 1742
Para Andrew, navegar con Portgas es una experiencia totalmente diferente a lo que ya estaba acostumbrado con Catherine, o incluso él mismo en sus barcos. El pirata es un loco de atar, poco antes de llegar a Queen Bay, se deshizo de todas las velas negras que lo delataban como pirata y se propuso a terminar el recorrido solo con los remos largos y el impulso de la marea.
—¿Estás seguro de que esto funcionará? —cuestiona Andrew al pirata.
—No, pero qué es la vida sin un poco de riesgo —dice con tono despreocupado y encogiéndose de hombros.
El comodoro no puede creer la locura que están haciendo, sin embargo, decide dejarse llevar por la corriente y apoyarlo en su idea, por muy absurda que le parezca.
Los pocos hombres que decidieron acompañarlos como tripulación se cubren los tatuajes de la marca pirata y se alistan para arribar en el puerto del reino.
—Creo que es mejor que me dejen hablar a mí —señala Andrew cuando alcanzan a ver los primeros barcos en la costa. Qu