18 de agosto de 1741
Luego de aquel sueño Catherine trata con todo su esfuerzo de no pensar en el comodoro. Se alisa la ropa una vez más antes de entrar a la edificación de la cofradía de piratas. Sabe que su padre estará entre ellos, pero no es a él a quien quiere impresionar.
Hace el intento de tocar la puerta, pero esta se abre de par en par frente a ella. El salón de la cofradía es digno de un salón de la corona de Regoria. El piso tiene grabados en porcelanato azul y detalles dorados. En el fondo y al centro se encuentra una gran mesa rectangular de madera donde hay seis sillas dispuestas una al lado de la otra. No es la primera vez que ella entra a ese lugar, y, aun así, la sigue sorprendiendo como si lo fuera.
Dos grandes columnas de piedra blanca sostienen el alto techo sobre su cabeza, y en el fondo hay dos puertas, una a la izquierda y otra a la derecha, que llevan a donde los piratas guardan ciertos registros.
Se supone que entre los piratas no hay reyes o gobernantes, pero