10 de abril de 1741 (cinco meses antes)
Catherine se encuentra presa del pánico, un temor agobiante inunda su pecho y no es precisamente por la tormenta que los azota sin piedad; Arden no está por ningún lado y teme lo peor.
—¡¿Dónde está?! —Vuelve a preguntar presa del miedo.
—¿Quién? —pregunta Berry alzando el tono de voz para poder ser escuchado entre tanta bulla.
—¡Arden!
Se pone de pie y se zafa del agarre del pirata, que intenta detenerla sin éxito. Intenta correr hacia el castillo de la popa para encontrarlo. Selwyn y Heinrik tratan de bajar las escaleras, pero los movimientos erráticos del barco les dificultan demasiado la tarea.
—No puede ir para allá, mi capitana —le dice Heinrik cuando se cruzan a mitad de camino.
—Arden estaba ahí, se ha caído —pronuncia las palabras apretadas unas con otras, con desespero. El agua les chorrea a cántaros por el cabello y la ropa.
—Ahí no hay nadie —asegura Selwyn.
—¡No podemos dejar que se ahogue!
—¡En esta tormenta, no lo encontraremos! —