Diana recordaba el día que conoció a Giulianna.
Le entregaron en turno que era una adulta mayor que sufrió una caída en la ducha, le habían operado durante la noche y la fractura de cadera fue reducida con exito.
Le comentaron que no era muy comunicativa y que era muy quisquillosa con el lavado de manos.
Si bien vio el apellido Santibañez no lo asoció a los fundadores de la clínica.
Menos que era la directora de la red.
No le dieron esa información cuando le entregaron a la paciente.
Estaba en una sala VIP pero como otras pacientes de esa clínica con poder económico.
Cuando fue a revisarla, la mujer leía el diario y no levantó la vista para saludarle.
-Señora Santibañez, soy la enfermera del turno de día, necesito revisar su herida.-
-¿Te llamas Diana verdad?- leyó su nombre en la credencial.
-Así es.-
-¿Puedes revisar el cateter de mi mano? Le dije a tu colega pero me dijo que estaba funcionando bien.- le mostró su mano.
-Cateter…- repitió extrañada.- ¿Usted es de el área de la salud