—¡De acuerdo, terminamos en este momento la reunión!
Lorenzo resolvió con calma la primera crisis interna de la empresa.
Lucía no pudo evitar admirarlo y le dijo con agrado:
—¿Dónde aprendiste todas estas cosas? ¿Cómo es que sabes de todo?
Él le pellizcó con suavidad la mejilla y sonrió, dejando solo unas cuantas frases:
—¡Lee más libros! Lo que tú aprendiste en cuatro años de universidad, yo lo aprendí en la biblioteca en tan solo ocho horas.
Luego se fue.
Esto enfureció por completo a Lucía, quien, con la mejilla hinchada de indignación, le gritó:
—¿Me estás diciendo que yo no leo? ¡Hombre estúpido!
¡Qué descaro, en serio con solo un diploma de secundaria, ¡cómo se atrevía a menospreciar a una graduada de una prestigiosa universidad de economía!
¡Maldito!
...
A la noche siguiente.
Lorenzo estaba a punto de salir para asistir a la gala de negocios cuando Lidia, vestida con una delicada bata, apareció detrás de él, lo abrazó con ternura y le dijo alegremente:
—¡Lorenzo! ¿A dónde vas?