Al ver esa foto en blanco y negro, sin duda alguna, el más agitado fue el anciano señor Reyes. Él, muy furioso, le gritó en el acto:

—¡Lorenzo, ¿qué significa todo esto?! ¡Guarda esa foto de inmediato! En un día como este de celebración, ¡¿cómo te atreves a traer esta cosa de mala suerte?! ¡¿Es que quieres disgustar a la familia a propósito?!

Ángel estaba tan enojado que casi se le reventaba un pulmón.

—¡Vengan! ¡Saquen esa foto de inmediato de aquí!

La foto de un difunto en un banquete de celebración podía traer mala suerte a la familia, ¡y eso era algo que la familia Reyes tenía muchísimo!

—¡Voy a ver quién se atreve!

La mirada fría de Lorenzo, en un solo instante, intimidó por completo a los guardias que venían. Algunos incluso se quedaron petrificados de miedo, ¡sin poder moverse!

Ángel, enfurecido, pateó con fuerza el suelo:

—¡Inútiles, para qué los tengo aquí!

—¡Ángel, controla tu temperamento! ¡Este no es el comportamiento digno del futuro heredero de la familia!

El anciano lo