Rous comenzó a reclamar su lugar en sus pensamientos, la verdad era que la deseaba demasiado, incluso más que a Bridget. Durante días había tenido varios sueños mojados con ella y despertaba con erecciones.
Esos sueños eran tan intensos como su deseo de estar con ella. Pero Jeremith luchaba contra lo que sentía y se decía a si mismo:
"No doblegaré mi vida a ella, me divorciaré y me casaré con Bridget, aunque el alma se me parta en mil pedazos."
Estaba dispuesto a sufrir, pero jamás regresaría con Rous.
Bridget se había quitado el vestido y debajo tenía puesto un babydoll con porta ligas de color negro que contrastaba con el color blanco de su piel.
Jeremith bebió otro sorbo de vino y se fue a la habitación. Encontró a Bridget acostada de medio lado en la cama con una actitud seductora y una hermosa sonrisa, y los ojos los tenía muy brillantes.
Jeremith conocía ese brillo y esa mirada en los grandes ojos de su prometida, era un