–Ojalá no hayas esperado mucho.
–Me gusta esperarte –mencionó.
No tengo idea si fue cosa mía o enfatizó el esperarte.
–¿Supongo que quieres conocer la ciudad? –dudé.
–Para ser sincero, ya la conozco –mencionó –. Aunque estoy abierto a nuevas opciones para ir a cenar.
–De hecho un amigo me recomendó unos lugares donde sirven buena comida, ¿Quieres ir a uno de esos lugares hoy?
–Tú dime y yo conduzco.
Sonreí con la seriedad que dijo esas palabras, parecía algo gracioso de su parte aunque su gesto fuera diferente. Después de varios minutos y calles oscuras terminamos en un restaurante chino, cada mesa estaba apartada, parecía que no podías ver quien estaba al lado, era sofisticado y acogedor. Me sentí bien porque nadie pareció reconocerme, ni les importó nuestra vestimenta o el auto de Aleks, nos llevaron a una mesa dejando el menú.
–Sé que es algo tarde –hice una mueca –. Pero de verdad espero que te guste la comida china.
–La he probado y me ha gustado –mencionó con tranquili