Johana se sentó en la silla de Robert, su estudio olía a él, a su colonia, Johana lloró sintiendo como ese nudo en el pecho le oprimía cada vez más, ella miró a su alrededor sin tener idea de que iba hacer de ahora en adelante, José dio dos golpes en la puerta y Johana limpió sus ojos y con voz quebrada le dio permiso de entrar.
—Dígame patrona.
—No Cheito, por favor dime Johana.
José asintió y se sentó frente a ella.
—¿En que te ayudo Johana?
—En un montón de cosas, pero necesito saber qué pasó, ¿qué fue lo que ocurrió