—Pequeña, no puedes ir tan lejos de mami, todos están preocupados —Robert observó que la niña estaba sentada en una piedra con los pies metidos en el agua y sus zapatos a un lado de ella.
—No estaba sola, Bandido me cuidaba —contestó la niña sonriéndole a Robert.
Robert bajó de su caballo y amarró la rienda a un árbol, sacó su teléfono celular y marcó a Johana, ella atendió al primer repique.
—La encontré, estaba con Bandido…
—Gracias, Dios mío, ¿pero ella está bien? —preguntó Johan