Capítulo 4

Voy saliendo de clases y me dirijo al coche, Harry esta parado junto a el como todos los días en estas dos semanas que ha estado trabajando para mi padre.

—Oye Liza, ¿porque no nos presentas a tu guapo guardaespaldas?— las odiosas de Amy y Claire se acercan a mi, yo ruedo los ojos ante la petición de Claire.

—Pueden presentarse ustedes mismas— hablo con irritación.

—De acuerdo— un encogimiento de hombros acompaña las palabras de Claire.

Ambas chicas se dirigen hacia Harry con paso provocativo, cuando llegan a él una le toca el brazo, mientras que la otra se cuelga a su cuello, por un momento creo que las alejará de él, o que se apartará, pero no hace ni una cosa ni otra, se queda ahí quieto, dejándose querer por ese par de estúpidas riquillas que creen que haciéndole la vida miserable a otros van a mejorar las suyas.

Una voz familiar me saca de mi momento de rabia —por favor dime que esta vez dirás que si— Jason se ha interpuesto en mi camino.

—Jason yo...— estoy a punto de decirle que no, pero llama mi atención como Amy y Claire besan las mejillas de Harry, en ese momento el coraje nubla mi razón y digo algo que no quiero decir —no podría estar más encantada de salir contigo.

Un grito de victoria sale de la garganta de Jason y yo sonrío —paso por ti a las siete— asiento con la cabeza mientras me despido con un gesto con la mano.

Llego al coche y Harry abre la puerta para mi, dejando de lado a las chicas que casi se lo comían, luego se sube él y comenzamos nuestro recorrido a casa.

—Ese chico que estaba con usted señorita estaba muy contento— no continúa hablando hasta que ve que tiene toda mi atención —¿le dio el si?

—No, sólo le dije que saldría con él— una parte de mi se siente mal, porque ésta  no soy yo, no suelo ser impulsiva, no dejo que me domine una emoción y que la emoción decida por mi, no suelo utilizar a las personas por un momento de enojo y celos, pero ver la expresión desencajada en el rostro de Harry me da cierta satisfacción.

Avanzo por el pasillo hasta llegar a la oficina de mi padre, faltan dos horas para que Jason llegue por mi y ni siquiera le he dicho a mi padre así que me dispuse a hacerlo ahora. Doy un par de golpes a su puerta y ésta se abre.

—Elizabeth, entra— la voz de mi padre se escucha del otro lado de la puerta, cuando entro me sorprende ver a Harry ahí adentro —¿que necesitas?

—Los dejaré solos— habla el chico de ojos verdes mientras se levanta de donde se encuentra sentado.

—No, no es necesario Styles, seré breve— no le doy oportunidad a Harry de irse cuando comienzo a hablar, así que solo se queda de pie —quería pedirte permiso para salir dentro de un rato.

El asombro en el rostro de mi padre me hace querer golpearlo —¿en serio? ¿con quien?

—Un chico de mi escuela se llama Jason Davis— una sonrisa tira de las comisuras de mi padre —pero no hay problema si no me dejas ir, no voy a molestarme, si no quieres que me arriesgue allá afuera me quedaré, no te preocupes.

—No, no, claro que te doy permiso, ve hija, diviértete— de pronto me siento decepcionada, porque no quería hacer esto y esperaba que mi padre no me diera permiso —Harry prepárate, llevarás a mi hija a su cita.

—¿Qué?— mi ceño se frunce ligeramente —no padre, Jason vendrá por mi y me traerá de vuelta.

—Disculpe señor Mills— interviene Harry —si me permite dar mi opinión, yo creo que...

—No, no se te permite— no pretendo sonar grosera, pero lo hago, no entiendo porque quiere opinar ¿que demonios le importa todo esto? 

—Elizabeth— el tono de voz de mi padre es duro y reprobatorio  y sé que me he pasado de la raya esta vez, mi padre nunca nos dejó que su fortuna ni el puesto que él tenía ni tampoco nuestra posición social se nos subiera a la cabeza, siempre nos enseñó a ser humildes a no presumir de lo que otros no tienen —adelante Harry.

—Lo siento— me disculpo sinceramente con Harry.

—No se preocupe señorita Elizabeth— él no parece afectado, pero aún así no dejo de sentirme mal conmigo misma —señor Mills— habla para mi padre ahora —como le dije antes que cuidaría a la señorita como si fuese mi propia vida, creo que no me sentire confiado si no la cuido yo mismo. Quiero que me permita llevarla y traerla.

Mi padre duda por unos minutos —Elizabeth, habla con el muchacho y dile que lo verás allá, Harry prepara el auto.

—Gracias señor, con permiso— Harry asiente con la cabeza para mi padre y sale de ahí.

—Papá...— intento hacer cambiar de opinión a mi padre, pero no me da oportunidad de hacerlo.

—No está a discusión Elizabeth, ahora sube y prepárate.

Salgo de su oficina casi corriendo para alcanzar a Harry —tienes suerte de que no me guste contradecir a mi padre. 

Llegamos al antro donde quedé de verme con Jason, entro al lugar seguida por Harry y ya me está esperando en una mesa, avanzo hasta él mientras que Harry se queda de pie a unos pocos metros de nuestra mesa.

—Lamento el retraso Jason— hablo por encima de la música mientras me siento junto a él.

—Está bien— habla sonriendo.

Después de terminar de cenar nos tomamos un par de cervezas, bueno yo sólo me tomo un par de cervezas mientras que Jason lleva más del doble de lo que yo he bebido, no estoy acostumbrada a beber así que no tomo más de lo que no pueda controlar.

Veo mi reloj y son las once, ya quiero irme, a pesar de que la conversación entre Jason y yo fluye naturalmente, me siento extraña aquí, en un lugar al que no pertenezco.

—¿Estás incómoda?— pregunta obervandome a detalle, mi ceño se frunce ligeramente —haz estado viendo tu reloj cada veinte minutos por las últimas dos horas— aclara al ver mi confusión.

—Ah— no se que decir, le dedico una sonrisa cargada de disculpa y agrego —lo siento, es que no estoy acostumbrada a salir mucho y... esto es extraño.

—No te preocupes Liza, te entiendo— su voz ya comienza a sonar pastosa y arrastrada —¿puedo preguntarte algo?

—Claro— Hago un encogimiento de hombros.

—¿Porque llevas guantes a donde sea que vas?— la pregunta me incomoda un poco pero trato de no hacérselo notar.

—No lo sé, costumbre tal vez, toda mi vida he usado, al principio de pequeña era un juego, pero me fui acostumbrando a ellos y ahora me siento extraña si no los llevo— repito las palabras que alguna vez me dispuse a memorizar por si algún día llegaba a tener conversación con alguien, sabía que el tema de los guantes saldría a flote.

Jason sonríe —ya entiendo— de pronto sin esperarlo toma mi mano entre las suyas —déjame ver tus manos.

Yo trato en un intento desesperado de zafarme de su agarre sin llamar mucho la atención —suelta mi mano Jason— suplico, me pongo de pie y él también lo hace.

Pero a él parece importarle poco mi petición, después de forcejear conmigo por unos minutos logra sacarme un guante <<no quiero tocarlo>> <<no quiero tocarlo>> y en ese momento tiro bruscamente hasta que mi mano queda  libre, el guante lo trae entre sus manos pero no logró tocarme. Siento como alguien toma mi mano libre (ese que lleva el guante) y tira de mi hacia atrás, cuando mi mirada cae en la persona me topo de frente con un par de ojos verde esmeralda.

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