La voz suave de Jazmín resonó a través del auricular, y a través de la puerta, Aurora escuchó la familiar voz sonando calmada,
—Fue solo un pequeño asunto, ya está resuelto.
¡Un pequeño asunto!
Bueno, en su mente, solo estaban Jazmín y ese niño. Todo lo demás eran solo pequeños asuntos.
Dentro de la villa, Jazmín colgó el teléfono, miró el yeso en su mano izquierda que colgaba sobre su pecho, y una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios. Lo que ella quería, nadie podía arrebatárselo.
—Mami, ¿Papi va a volver?— Yago levantó la cabeza, con expectación en sus ojos.
—Por supuesto, Santiago, ve arriba a jugar un rato. Papá volverá pronto para acompañarte.
—Vale, me quedaré arriba obedientemente esperando a que papá vuelva.
Viendo a su hijo subir feliz las escaleras, Jazmín volvió a tomar el teléfono y marcó un número. —Hola, soy yo.
—¿Señorita Jazmín?— Una voz masculina incierta se escuchó al otro lado de la línea, claramente sorprendido de recibir su llamada en ese momento.
—¿Toda