El Rolls-Royce avanzaba muy lentamente y finalmente se detuvo. Ezequiel apagó el motor y miró hacia la mansión cercana, pero no salió del coche de inmediato. Bajó la ventanilla, encendió un cigarrillo y lo sostuvo sin llevarlo a los labios, dejando que se consumiera lentamente.
A medida que la noche se volvía más densa, algunas luces de la mansión se apagaron, y solo entonces él se movió para salir del vehículo. Abrió la puerta suavemente y entró en la casa. En el suave resplandor de la sala, Jazmín estaba sentada en el sofá en silencio, como una mujer esperando a su amado hombre a casa. Al escuchar el ruido, ella giró la cabeza, y se levantó también.
—Tenía miedo de que no regresaras.
Ezequiel se quedó un momento atónito y luego miró hacia la puerta cerrada del piso de arriba. —¿Yago está dormido?
—No pudo aguantar y se quedó dormido. Antes de dormirse, medio adormilado, me dijo que le dijeras algo cuando regresaras.
—Ezequiel, ¿Jazmín y Yago te han puesto en una situación difícil, v