En ese momento, en el país.
Manuel, con los ojos inyectados en sangre, temblaba mientras sostenía el teléfono.
—Liana no se ha comunicado conmigo, ¿qué pasó entre ustedes?
—Nada, ¡adiós!
Después de llamar a todos nuestros amigos en común sin obtener respuesta, Manuel arrojó furiosamente el teléfono.
En años anteriores, sin importar dónde estuviera, Manuel siempre se aseguraba de estar conmigo desde un día antes de mi cumpleaños.
Este año era un cumpleaños especialmente significativo.
Temprano esa mañana, Manuel apartó cuidadosamente la mano que rodeaba su cintura, se levantó, tomó su teléfono y revisó los mensajes. Sin mirar mis nuevos mensajes, frunció el ceño cuando apareció una notificación:
[Señor Castillo, ¿cuándo vendrá a recoger el anillo que apartó?]
Manuel respondió que iría enseguida.
Antes de salir, arropó a Camila que seguía dormida.
Anoche Camila tuvo una pesadilla y solo pudo dormir con la compañía de Manuel.
Sin embargo, desde la noche anterior, Manuel sentía una extraña