—Te extrañaba.
Las tres mujeres subimos al auto y nos dirigimos directamente al restaurante de Sofía.
Valentina y yo habíamos comido antes en La Esencia, aquella vez que nos encontramos con Daniela presumiendo y pagando nuestra cuenta.
Una vez sentadas, brindé con jugo en lugar de alcohol para celebrar la llegada de mi vieja amiga, y cuando sirvieron los platos principales, fui directa al grano y le expuse mi idea.
Valentina quedó boquiabierta.
Miró a ambas y dijo: —¿Hoy no es el Día de los Inocentes, verdad?
—No —sonreí, enfatizando—. Valentina, no estoy bromeando. Realmente planeo vender la empresa y quiero contratarte como vicepresidenta. Aunque, si aceptas este acuerdo, no sería yo quien te contrate, sino Sofía.
El contrato de Mauro aún no había vencido, así que seguiría siendo el director general durante los próximos años.
El puesto de vicepresidente siempre había estado vacante, y muchos asuntos los manejaba yo personalmente.
Si me iba, Valentina podría ocupar perfectamente esa p