Me ruboricé cuando todos empezaron a bromear conmigo, y lancé una mirada enojada a Lucas.
Lucas, con toda naturalidad, me rodeó los hombros con su brazo y les dijo a todos: —Los boletos de regreso corren por mi cuenta, todos en primera clase.
—¡Wow! ¡Gracias señor Montero!
—¡Gracias señor Montero y señorita Navarro!
Después de las aclamaciones, todos se susurraron entre sí: —Vamos, vamos a pasar por seguridad, no hagamos mal tercio.
Me sentí incómoda quedándome allí para seguir siendo melosa, así que miré a Lucas y me di la vuelta. —Bueno... yo también tengo que irme.
—¡Espera! —exclamó ansioso, tomándome rápidamente de la mano.
—¿Qué más quieres?
—¿Te vas así nada más?
Miré sus ojos llenos de sinceridad y amor, y luego eché un vistazo alrededor. No sabía en qué momento Adrián también se había marchado.
Ya que no había nadie más, me armé de valor y lo abracé por iniciativa propia.
—Lucas, gracias por ser tan bueno conmigo —lo abracé con fuerza, sintiendo una genuina gratitud desde lo m