Elena me hacía sentir más desanimada con su ambigüedad que Jorge con su franqueza.
En mis visitas anteriores como diseñadora a la casa de los Montero, Elena había sido increíblemente cálida y atenta conmigo.
Pero hoy, al venir como novia de Lucas, noté claramente cierta distancia.
Aunque seguía siendo amable y había pedido al chef Juan que cocinara, mostrando consideración.
Pero podía sentir que su actitud hacia mí había cambiado.
Por eso, en estas circunstancias, no podía alejar a Lucas de su familia, y menos llevármelo tan lejos al extranjero.
—Hablo en serio, quédate en casa. Cuando termine mi trabajo volveré lo antes posible —insistí.
Se inclinó, mirándome fijamente: —Pero incluso así, serán diez o quince días...
No respondí, frunciendo el ceño.
Era cierto, tomaría tanto tiempo.
—Un día sin verte es como tres otoños, diez o quince días... me enfermaré de extrañarte —murmuró suavemente, sus ojos profundos envolviéndome en una dulce prisión.
Indecisa, solo pude sugerir: —Podemos hace