—Director Núñez, un momento por favor —interrumpió Lucas de repente.
Me sobresalté y lo miré... ¿qué tramaba ahora?
—Ya es tarde, ¿por qué no cenamos juntos? Yo invito. Aún no le he agradecido por ayudar a María con el coche la otra vez.
Lucas lo dijo con tanta cortesía y fundamento que era difícil rechazarlo.
¡Pero por dentro yo estaba gritando!
Este tipo... ¿en serio iba a cumplir lo que dijo aquella vez en la parrillada de mariscos?
¡Si solo fue una frase de cortesía!
Mauro se quedó perplejo, probablemente también sorprendido, antes de responder: —No fue nada.
—Pero el director Núñez también tiene que cenar, vamos juntos —insistió Lucas cortésmente, y añadió— Aunque si tiene otros planes, no lo forzaremos.
Mauro me miró, quién sabe qué pensaba, y respondió: —No tengo planes.
—Entonces vamos juntos.
Asintió: —Gracias señor Montero.
Cuando Mauro fue a su oficina por su abrigo, miré a Lucas confundida: —¿Qué pretendes? ¿Por qué insistes en invitarlo a cenar?
Lucas se acercó, apartó mi