Titubeó un poco y sonrió con cautela:
—¿Sería posible bajar un poco el precio total? Es que realmente no tenemos tanto dinero.
Tal como lo había previsto.
Mientras conducía, manejé la situación con soltura:
—Tía, mi situación también es muy difícil, debo 30 millones afuera, no puedo dormir de la preocupación, tengo ansiedad, se me cae el pelo a mechones. Mira que hasta trabajo horas extra los fines de semana, la presión es tanta que no me atrevo ni a descansar.
Ya había aprendido a entender la naturaleza humana y a estos parientes, los Navarro.
Ser amable y comprensiva con ellos no me traería ningún beneficio.
Se aprovecharían y encima presumirían, burlándose a mis espaldas por ser tonta e ingenua.
Así que ahora no cedería ni un paso.
Como esperaba, después de mi dramatización, mi tía se quedó sin palabras:
—Ay... sé que no la tienes fácil.
—Sí, si no puedo pagar mis deudas a tiempo, tendré que entregar la empresa como compensación, ay...
Al escuchar mis lamentos, mi tía dudó un moment