Me convencí de que solo éramos amigos normales, y entre amigos era perfectamente normal reunirse a comer de vez en cuando.
Media hora después, llegué a La Esencia.
El gerente me reconoció:
—Señorita Navarro, su invitado ya llegó, está en El Privilegio.
—Gracias.
Mi corazón se agitó y hasta apresuré mis pasos.
El camarero abrió la puerta del privado y yo ya sonreía:
—Lu...
Me detuve al ver a la chica sentada junto a Lucas:
—¡Oh! ¿Mariana, tú también viniste?
Mariana sonrió dulcemente:
—¿No puedo venir? ¿Molesto su momento a solas?
Me sonrojé y miré nerviosamente a Lucas:
—No, no, me alegro de que estés aquí.
Fingí no haber oído lo del "momento a solas", sin atreverme a responder.
Lucas me sirvió té y lo puso frente a mí:
—Gracias —sonreí asintiendo.
—Cuando salía de la oficina, vino a buscarme y al saber que te invitabas a almorzar, insistió en venir —explicó Lucas sonriendo.
—Lo siento, debí haberle avisado a Mariana —me disculpé mientras me sentaba y dejaba mi bolso.
—No te preocupes,