El fin de semana fue un infierno para Melisa, pasó ambos días en la cama recordando lo que le hicieron Francisco y Sofia y recordando también la agradable manera como tomó venganza, pero no podía evitar pensar en cómo llegaría el lunes al trabajo.
Por otro lado, Sebastian Novak no dejaba de pensar en la joven que estuvo con él, esa mañana al despertar y ver la nota con los billetes se sintió iracundo, lleno de furia por haber sido confundido con un gigolo, pero luego cuando encontró su billetera y supo que esos billetes eran suyos no pudo evitar sonreír por la audacia de la jovencita.
El importante CEO quería a toda costa saber quien fue la mujer con la que pasó la noche, pero no había forma de hacerlo, el hotel tan lujoso donde estaba tenía una política clara de seguridad, no había cámaras en los pasillo y mucho menos en el bar. El hombre se jalaba los cabellos mientras esperaba que su asistente pase por él, era la ventaja de ser quien era, pues su asistente personal no tenía horario para él.
El lunes llegó demasiado rápido.
Melisa se vistió con la mayor neutralidad posible, una blusa y un pantalón beige, estaba casi de los mismos colores de las paredes de la empresa, pues eso quería en ese momento, que nadie notara su presencia o que incluso la confundan con parte de mobiliario.
Había recogido su cabello y estaba sin una gota de maquillaje, incluso decidió colocarse unos lentes que alguna vez alguien dejó en su departamento en una fiesta de disfraces. No quería verse atractiva, no podía. Quería estar lo más diferente posible a la noche del viernes y al mirarse en el espejo sonrío complacida.
Al llegar se dio cuenta de que no había nadie, caminó tranquila por la recepción, miró a la recepcionista que siempre la saluda de manera especial, pero esta vez Paloma ni siquiera giró para mirarla, eso estaba bien, quería decir que no la había reconocido.
Presiono el botón y cuando el ascensor llegó se encontró con varias personas en él, todas venían del estacionamiento en el sótano,
-- Si no me muevo en todo el día quizás piensen que soy parte de mobiliario – susurró, mientras el ascensor seguía subiendo.
-- ¿Disculpa? – preguntó un empleado a su lado, la había oído susurrar, pero no estaba muy seguro de lo que dijo.
-- Nada, solo estaba cantando la letra de una canción – se justificó avergonzada, pensando que debía ser más cautelosa si quería pasar inadvertida y el joven asintió sin preguntar más.
El edificio de las empresas Novak tenía quince pisos. Las oficinas de Sebastian junto con el directorio y la parte gerencial se encontraban en el penúltimo piso. Porque el ultimo piso estaba destinado como zona de esparcimiento y relación para los empleados.
La oficina de Melisa se encontraba en un rincón del piso catorce, ella al igual que dos chicas más que también estaban a prueba eran las secretarias de Sebastian Novak. Cuando la puerta del ascensor se abrió todo estaba tan silencioso como siempre. Melisa salió y se dirigió a su lugar, sintiendo que sus pasos sonaban más fuertes que nunca. Cruzó el pasillo de mármol con la postura de alguien que teme que una cámara oculta la esté grabando. Saludó con un gesto vago a las otras secretarias y ocupó su lugar.
Su cubículo se encontraba al otro extremo de donde quedaba la oficina del CEO, sabía que donde estaba no podría ser vista por la figura que sabía estaba en la oficina del fondo: su jefe.
Las chicas la miraron extrañadas, nunca la habían visto llegar tan natural, sin nada de maquillaje y con unos lentes enormes, que no la favorecían para nada.
-- ¿Estás bien? – le pregunto una de ellas y Melisa solo asintió. Las chicas no preguntaron más, Meli era la nueva en esa oficina, la trasladaron solo un mes y medio atrás, pero su periodo de prueba terminaría el mismo día que sus compañeras.
Cuando llegó las chicas la habían visto con envidia por su increíble y llamativa belleza, pero ahora las dos la veían así, tan simple, tan extraña, tan fea que decidieron callar.
Melisa abrió su portátil y utilizó la pantalla como un escudo perfecto para que nadie la notara en el lugar, y asi sería, hasta que dieron las once del día y una luz en su teléfono privado se activó.
Tomo el teléfono y respondió.
-- Hola presidencia responde – era Daniel el asistente del CEO.
-- Señorita Hart, ¿el señor Novak pregunta si ya tienes listo el informe de análisis de mercado que solicitó? –
Melisa se sonroja ante la pregunta. Se sintió hervir al darse cuenta de que no había podido terminar el informe, se la había pasado pensando en su jefe y lo que podría estar especulando en ese momento.
-- Sí… sí, claro, deme cinco minutos por favor – mintió. No lo tenía terminado y en cinco minutos no avanzaría mucho.
Melisa buscó en sus archivos el análisis que hizo al llegar, mientras hacia este se dio cuenta que muchas cifras se mantenían igual, asi que lo imprimió al segundo, esperando no ser descubierta, luego miró a una de las secretarias que estaban ahí.
-- ¿Podrías llevarle esto al jefe por favor? – le preguntó. Melisa sabía lo mucho que morían las mujeres por acercarse a su jefe, llevarle ese informe sería una especie de boleto ganador.
-- ¿Yo?, lo siento no puedo, ¿Por qué no lo llevas tu? – respondió dejando anonadada a Melisa, pero no lo hacían porque no quisieran, era solo que su compañera ese día estaba tan… fea. Que querían que todos la vieran tal como es, sin maquillaje ni un arreglo personal.
Melisa intentó llamar a otra de las mujeres que trabajaban en el piso para pedirle el favor, pero la respuesta fue similar.
-- ¿Yo?, ¿por qué no se lo llevas tu? –
-- Lo siento Melisa, pero yo no soy la secretaria del señor Novak, y lo último que quiero es meterme en problemas con él – dijo la joven que respondía el intercomunicador.
-- Además, la verdad es que me da miedo. Tú tienes ese talento para lidiar con él sin que te desintegre con la mirada – terminó de decir. Ese talento, pensó Melisa, mientras recordaba que ellos estuvieron desnudos en la misma cama hacía solo dos días.
Melisa abrió la carpeta que tenía en las manos, y le dio una repasada rápida, y solo esperaba que su jefe no se diera cuenta de su error, mientras sudaba como si la calefacción estuviera en modo sauna.
Melisa se levantó de su silla, acomodó su ropa y caminó hacia la puerta de la oficina de Sebastián como si estuviera cruzando por un campo minado, pensando que solo debía aguantar dos semanas. Al llegar levantó la mano para tocar, pero antes de que pudiera hacerlo la voz inconfundible de él dijo desde adentro.
-- Adelante – ella abrió lentamente la puerta, como si no quisiera que se abriera por completa para no tener que ingresar, y al hacerlo ahí estaba él.
Sebastian Novak impecable, con un traje hecho a medida de color azul oscuro, muy parecido al que llevaba en aquella ocasión, su cabello esta vez estaba muy bien peinado y su rostro estaba fijo en su portátil. Como si no hubiera estado en una habitación de hotel con una desconocida… desnudo… hace apenas cuarenta y tantas horas atrás.
-- El informe de análisis de mercado, señor – le dijo, en el tono más neutro posible.
Sebastian alzó la vista. Por un segundo, sus miradas se cruzaron.
-- ¿Me reconoció? – se preguntó mentalmente.
-- ¿Va a decirme algo?, ¿me va a despedir?, ¿no aceptará mi contrato oficial…? –
-- Gracias, Melisa. Déjalo sobre la mesa – dijo. Ella asintió. Caminó como robot hacia el escritorio, dejó el file con cuidado extremo y dio media vuelta.
-- Ah, Melisa – le dijo de pronto Sebastian. Ella se congelo en su lugar.
-- Sí, señor… – le respondió con la voz estrujada.
-- ¿Estás bien? Hoy te ves algo… diferente – preguntó y Melisa se sintió desfallecer.
-- ¿Diferente? ¡no!... no señor Novak, estoy igual… asi soy siempre yo, Melisa –
Sebastian volvió a levantar la mirada con el ceño fruncido, había visto a la joven que postulaba para su secretaria por las cámaras, pero algo no estaba bien, ella parecía diferente ese día, se veía extraña.Luego movió la cabeza tratando de no pensar y volvió a bajar la mirada hacia los documentos que ella llevó, en el momento que su teléfono personal timbró.Melisa salió de la oficina como un misil humano, lo más rápido que pudo. Regresó a su cubículo y se dejó caer en la silla, tapándose el rostro con las manos.-- Ok… estoy segura de ese hombre sospecha de mí. Seguro me va a despedir. O peor… quizás como esas novelas en línea, me va a pedir una relación formal para evitar habladurías, tendré que casarme con él y tener cinco hijos con alguien que ni se acordaba de mi cara – se quejó en voz baja.-- ¿Está todo bien? – le preguntó una de las chicas que estaba cerca de ella.-- Perfectamente. Solo estaba considerando convertirme en monja – bromeo.El resto del día se la pasó evitando
Y tal como lo esperaba, ahí estaba Sofia su ahora ex mejor amiga.Con su vestido ajustado, su sonrisa venenosa y ese perfume caro que siempre usaba como si pudiera esconder la podredumbre que tenía en su interior.-- ¿Dramática? – repitió Melisa furiosa.-- ¿Tú me estás llamando dramática? –-- Vamos mujer fue solo sexo, no matamos a nadie que yo sepa ¿o sí? – dijo Sofia con indiferencia, aunque abrió los ojos asombrada al ver en cambio en su rostro, Melisa siempre perfecta, bella y adorable esta vez estaba con unos lentes que recordaba Sofia haberlos utilizado para un fiesta de disfraces en el departamento de Melisa, pensando que quizás la había tumbado más de lo que imaginaba, sintiéndose triunfadora, al menos esta vez.Por el contrario, Melisa sin darse cuenta de su nuevo look quería gritar que era a ella a quien habían matado en su interior, pero no lo hizo, debía mantener la compostura si aún esperaba que la contraten de manera permanente.-- ¿De verdad vas a hacer una telenovela
Melisa se arregló la blusa por segunda vez mientras caminaba por el largo pasillo. Se sentía ansiosa, estaba segura de que si miraba su rostro en un espejo en ese momento su reflejo le devolvería una mirada de nerviosismo puro. Respiró hondo preguntándose, ¿Cómo era posible que alguien que había enfrentado a su ex prometido y a su ex mejor amiga minutos antes, ahora se sintiera así de vulnerable por una reunión laboral? Pero la respuesta estaba clara.No era solo una reunión laboral, y no era con su jefe con quien se juntaría en segundos, era “la Reunión” con el hombre con quien pasó una noche de “sexo alocado y salvaje” en la oscuridad de una habitación de hotel…Sebastian había subido minutos antes, estaba agitado por caminar rápidamente, pero aspiró una buena cantidad de aire antes de que ella ingresara, como un novato inexperto el presidente de las empresas Novak no sabía qué hacer.-- Melisa puedes pasar el señor Novak te ha estado esperando – le dice Daniel el asistente personal
Melisa se vio obligada a sonreír con profesionalismo, no le estaba resultando su plan sobre desviar la comunicación.-- Asi es señor Novak, solo fue una noche larga de celebración –-- ¿Y no hay… nada más que quiera contarme? Digo sobre esa noche. ¿te pasó algo interesante? –Melisa abrió los ojos sorprendida, luego bajo la vista. Sabía que estaba caminando sobre cristales ¿Qué tan claro lo tenía todo? ¿La había reconocido o no? Y ahora ¿Solo la estaba tanteando? No podía estar segura de nada, así que decidió arriesgarse.-- No comprendo a que se refiere señor. No entiendo a donde quiere llegar, podría ser más claro –Tenerlo tan cerca la estaba poniendo nerviosa. Sebastian lo notó y se puso de pie. Caminó nuevamente hacia la ventana y dijo algo que la dejó sin aliento.-- ¿Crees en las casualidades, Melisa? – ella trago secó, claro de creía en ellas, si no, nunca le hubiera pasado lo que le pasó.-- Depende de que casualidades señor – se hizo la loca.-- De esas que hacen que termines
Melisa sintió que el suelo desaparecía debajo de ella, el golpe fue directo. Ella sintió como la vergüenza subía desde la boca del estomago hasta la punta de sus orejas, las que comenzaban a ponerse coloradas. Él había dicho aquello de una manera tan directa, tan real, sin anestesia.-- ¿Entonces… lo supiste todo este tiempo? – él asintió y luego negó.-- Algo asi –-- Yo... lo que ocurrió fue un error – murmuró, sus manos pasaron de su rostro hacia su pijama, torciendo los dedos en ella. – Yo estaba... estaba confundida… en realidad no sabía lo que hacía, lo siento… –Sebastián Novak tenía fama de ser un hombre que lo controlaba todo: sus negocios, su empresa, su imagen… incluso sus emociones. Pero en ese instante, con Melisa debajo de él, con su cuerpo latiendo tan cerca, su pijama desordenado, el cabello revuelto sobre su almohada, y sus labios entreabiertos por la tensión, todo su control se tambaleó. Melisa lo provocaba solo con su mirada, con sus labios… sus ojos… toda ella.No
Al día siguiente,MelisaDesperté muy temprano con la luz entrando tímida por las rendijas de las cortinas, observe mi teléfono y todavía faltaban muchos minutos para que mi despertador haga su trabajo, pero asi fue mejor. Tardé unos segundos en recordar dónde estaba, por qué estaba aquí… y lo más importante con quién.Gire lentamente y ahí estaba él. El presidente de la empresa Novak dormía acompasadamente sobre el sofá que estaba junto a la ventana, verlo ahí tan incomodo hizo que una sonrisa pequeña, privada, casi culpable se deslizara por mis labios. A pesar de todo lo que había pasado la noche anterior, del roce incómodo de la verdad, del fuego que se había encendido entre nosotros cuando su cuerpo estuvo sobre el mío... él había elegido no cruzar la línea. Y eso, viniendo de un hombre que podría tener a quien quisiera, era… inesperadamente tierno y yo no podía decir si estaba agradecida o desilusionada.Me senté en la cama y pude ver mi aspecto, el pijama no era nada provocativo,
Mariel con una ceja levantada observaba el comportamiento de Sebastian, algo dentro de ella se activó. Hace una década que está detrás de ese hombre, en su vida se había propuesto ser la esposa del Presidente Novak, pero las cosas nunca salían como quería. Cada vez que se enteraba de que él asistiría a una evento lejos de la ciudad ella se las arreglaba para asistir también, sin embargo, su fiel asistente Daniel siempre se había encargado de alejarla, esta vez ella notó que Daniel no estaba allí, viendo la posibilidad de que su esperado plan por fin de frutos.-- Sebas, sabes que estoy con el equipo de inversiones de la Corporación Zafiro – le dijo, y tomó su brazo apoyándose con familiaridad sobre él. -- Me encantaría ponernos al día. ¿Tienes un momento para mí? – su voz melosa comenzaba a molestar al jefe, la forma como lo llamó también, los únicos que podían llamarlo así eran sus abuelos, y no lo hacían nunca porque sabían que a él le molestaba demasiado.De pronto Sebastian giró h
Melisa parpadeo sin responder, luego lentamente, acercó su mano a la de él, entrelazando los dedos sin más palabras.-- ¿Sabías que él estaría aquí? – le preguntó el presidente sin mirar en su dirección.Ella negó.-- Y no está solo –-- Me lo imaginé –-- No quiero huir, pero tampoco quiero fingir que no me afecta. Así que... quiero lucir feliz, fuerte. Que se ahoguen con su culpa. Si es que tienen alguna –Sebastián apretó un poco más su mano, sin dejar de mirarla.-- Entonces anzuelo, vamos a darles un espectáculo – le dijo y la acercó a él. La jornada del día terminó con una fiesta cocktail en la noche, ninguno de los dos quería asistir, pero debían hacerlo si querían dejar clara su posición.Como en el itinerario que le envío Daniel aparecían todos los eventos, Melisa llevó vestimenta para cada ocasión, sin embargo, al querer pasar desapercibida de su jefe, colocó en su maleta trajes pasados de moda, nada que pudiera mostrar su verdadera belleza y cuando Sebastian observó sus vest