Su mirada molesta, parece una nueva manera de asesinar a alguien, pero, no retrocedo y con mirada fría lo observo, una mirada que nunca pensé usar en el hombre que más respeto y admiración tenía.
— ¡¿Por qué desapareciste así?! — grita Danell con enojo.— No desaparecí, estaba descansando.— Si hubieses estado descansando, no tendrías los ojos tan inflamados, estabas llorando, ¿no es así? ¿Te pasaste toda la noche llorando?— Eso no le importa, señor Castagnoli. — digo con frialdad.— Si me importa, eres mi esposa, Dove. — dice Danell con molestia y yo sonrío carente de gracia.— ¿Hasta cuándo? — pregunto mirándolo fijamente.— ¿Hasta cuándo qué?— ¿Cuánto tiempo seguiré siendo tu esposa? — pregu