Luisa
La marquesa nos sorprendió al siguiente día en el desayuno. Entró por la puerta del comedor, mientras todos estábamos en silencio preparando las tostadas y bebiendo el café a sorbos. Entró como si nada, como si ayer no la hubiesen sedado o le hubieran dicho que tenía semanas de vida.
—¿Por qué las caras largas? — Pregunta.
—Madre, no deberías estar aquí, debes descansar.— Habla Carlos de inmediato.
—Lo haré de dos a seis semanas.— Contesta con humor y luego se sienta en la cabecera, el lugar que le corresponde.
Teresa, Julieta y yo la miramos de distintas formas, una con cariño la otra con ternura y Teresa como ella sabe mirar.
Disculpen por el capítulo tan corto y tan tarde, pero el padre de una amiga falleció y la acompañé por unas horas... mañana les pongo uno más largo. AnaMartinez