—Encontré un vacío legal, Eduardo. —dijo uno de los abogados más antiguos de la compañía y casualmente un as en todo término legal.
Lucas Smith también era uno de los mejores abogados del país. En sus cuarenta años de profesión, pocas habían sido las veces que había perdido. Se caracterizaba por tener un carácter afable pero nadie querría interponerse en su camino cuando tenía mala leche. Era un turrón de azúcar, pero sabía defenderse como el mejor.
Sam aplaudió como una niña al escuchar esas palabras. La arpía de su madre biológica ya los había sangrado lo suficiente. Antes de ella nacer vivía como toda una reina, Eduardo cumplió cada uno de sus caprichos y después de abandonar esa vida y dejar todo atrás, había convencido a Justin de poner todo el dinero que robaba a su nombre. Y no se le olvidó que había diez millones que nunca lograron recuperarse. Dinero suficiente para vivir con comodidades el resto de su miserable vida. Y aún así, era tan cara dura que se atrevía a regresar d