Capítulo 28:

A pesar del cansancio acumulado y de tener en la punta de los dedos un contrato que aligeraría las cosas por lo menos por dos años, Sam no podía dormir. Samantha había puesto una almohada como barrera y se había acostado en el lado derecho mirando el techo. Se había puesto un vestido ligero aunque le resultaba bastante incómodo. Marcos la había mirado divertido, cuando contempló todos los esfuerzos que había hecho por mantenerse alejada de él.

— ¿Piensas que soy el lobo feroz y tu la caperucita? Porque tengo que aclararte que solo daré un paso cuando tú me des luz verde.

—Así que eres de cuentos infantiles. No Marcos, no pienso nada. Es solo algo preventivo para si por la noche se te ocurren ideas. No me gusta que me aprieten y el calor es bastante sofocante como para tenerte pegado a mí como una lapa.

Marcos se acostó solo en calzoncillos y se colocó una sábana arriba.

—Para el pudor de la señorita. —dijo bostezando. Se giró sobre sus hombros y en pocos minutos estaba en el quinto
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