Capítulo 1

Ambert Tons

Llego a la cafetería de la escuela y busco a mis amigas, las encuentro y corro hasta allá. En el camino saludo a unas que otros estudiantes que son amables conmigo. Otros simplemente me odian por como soy.

—¡Bitch! —dice Camille sonriendo. Le doy un beso en la mejilla.

—Amb nena —dice Lukas mi amigo.

—¿Y a Charlotte que le pasa? –pregunto viendo como tiene la cabeza metida en la mochila.

—Cólicos —dice Lukas mordiendo una papa.

—¡Que desastre! —digo sentándome.

—¿Vieron la publicación de Sabrina? —pregunta Lukas mostrando su teléfono.

—No, no he tenido tiempo de entrar a instagram —digo destapando mi sándwich.

—Pues ha publicado que mañana es el gran día y que asistirá a una fiesta que tiene Erick Stoeber —dice Camille devorando su ensalada.

—¿Erick Stoeber no es el dueño de la famosa tienda que está cerca de donde trabajo? —digo tratando de recordar el nombre.

—Si, el neoyorquino más codiciado —dice Lukas lamiéndose los dedos.

—Está  buenísimo, anoche puso una historia saliendo de la piscina —dice Camille poniéndose roja.

—Dicen que tiene buena verga —habla al fin Charlotte.

—No es la gran cosa —digo volviendo mi vista a mi comida.

Empezamos a comer y hablar de algunas cosas. En todo el rato no he visto a Yan mi novio.

—Hoy es viernes y nuestro putímetro lo sabe —chilla Lukas.

—Hoy nos juntamos en casa de Charlotte —dice Camille y todas asentimos.

Las clases siguientes fueron aburridas y largas, ya estaba cansada de la maestra de historia, sin contar que me odia. Lukas me lleva de camino al trabajo. Si, trabajo a pesar de que mi padre es adinerado y todo gracias a la perra de mi madrastra y mis hermanastras. Las odio. 

Mi padre es dueño de una cafetería que podría decir que es la mejor de esa zona.  Mis hermanastras cuando le sale de los cojones van y me ayudan, aveces no. Vivimos juntas, por desgracia, pero mi papá me va a regalar un departamento, ojalá y la no se lo cuente a mi madrastra y arruinará todo.

Mi padre también tiene acciones en la empresa de Stoeber y vende terrenos

Sara se va entregándome las llaves. Ordeno un poco y voy a la caja registradora para ver que tal con la venta de hoy.

A la cafetería asisten personas de todo tipo, ya que las comidas chatarras son deliciosas, pero principalmente las pizzas, son las mejores. Yo a veces estoy de cajera o de mesera o las dos cosas cuando las perras de mis hermanastras no vienen. Y cuando vienen se la pasan moviendo sus siliconas en frente de los clientes o empresarios que acuden aquí por un buen desayuno o merienda.

—Hola cariño —dice mi papá y corro hasta él.

—Hola papi —lo abrazo.

—¿Como van las cosas? —pregunta sonriendo.

—Pues bien —digo mirando a unas chicas en la esquina de la cafetería; comer.

—Me alegro, mañana mi amigo Erick hará una pequeña fiesta,  quiero que me acompañes, quizás tu madre asista

—Madrastra —digo seria.

—Si, madrastra, bueno, me dices si irás y te dejo el dinero para que te compres un vestido que no sea muy revelador.

—No lo prometo, pero haré el intento —digo guiñando un ojo.

Mi padre llegó hoy viernes de Colombia, pero de seguro el lunes se vuelve a ir, ojalá y la bruja de Marie se largue con él.  Aunque mis dos hermanastras se quedarán.

—Debo pasar por donde será tu nuevo departamento, espero que no se lo comentes a tus hermanastras —dice en susurro —no le he dicho nada a Marie, además dentro de unas semanas tendrás 18.

—Yei, seré mayor —digo levantando las manos.

—Espero que madures y no me des más dolores de cabeza, no se me olvida lo que le hiciste a Marie.

Dios!!

Como si fue una gran cosa. Solo le puse pegamento a su peluca.

—Lo siento —finjo culpa.

—No creo que estés arrepentida —dice cruzándose de brazos.

Miro hasta la entrada de la cafetería y veo a nada más y nada menos que a Erick. Se ve tan bien. Camina con una sonrisa arrogante hasta donde estamos.

—Señor Tons —saluda a mi padre con un abrazo.

—Stoeber, tu cada vez más fuerte —chista mi padre dándole un apretón.

—Señorita —dice dirigiéndose a mi.

—Como si yo lo fuera —digo ocultando una risa y mi papá me mira con desaprobación.

Ambos me ignoran y se ponen a conversar, mientras yo recojo la mesa en donde están las chicas que no dejan de comerse a Erick con los ojos.

Después de unos largos minutos que llegan más clientes, voy hasta donde están Erick y mi padre sentados, para ver si quieren algún café o jugo.

—¿Se les ofrece algo? —pregunto y mi padre atiende su teléfono que justo suena.

—Comprobar si es señorita o no —susurra y solo yo lo escucho.

Se me congela el corazón,  si es que tengo.

💫💫

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