Entre sus brazos.
Kiara y Archie se encuentran solos en el ascensor, rodeados de espejos y luces suaves. La tensión entre ellos es palpable, pero Archie no parece sentirse incómodo. De hecho, parece disfrutar del juego de poder que están jugando. Aunque ella lo haya sentenciado, ese hombre es tan terco que lo único que busca es llamar su atención, así sea haciéndola enojar.
—¿Sabes, Kiara? —dice Archie, su voz baja y seductora—. Me encanta la forma en que te ves cuando frunces tus labios. Sé que quieres mandarme al infierno, pero hay algo que nos unirá para siempre.
Kiara se sorprende, mirándolo con incredulidad, pero sabe que no puede ser débil ante él, no después de todo lo que pasó.
—¿Qué? —pregunta, su voz firme—. Claro, según tú.
Archie quiere acercarse a ella, pero recuerda lo que le dijo Jason. Sin embargo, esa mujer lo tiene alborotado.
—Lia, ella me ama y soy su salvador —dice Archie.
—¡Vaya! Pero no dejas de ser presumido —responde Kiara.
—Lo sé, lo sé. Causé sensación en las per