A la mañana siguiente, sobre las doce del mediodía, Ricarddo y Alycia acompañaron hasta la estación a ambos.
Alycia se abrazó y despidió de su hijo mientras Ricarddo se llevó a parte a Christian.
-No quiero que creas que si te he traído aquí es para regañarte o increparte así que mantén la calma- empezó a decir Ricarddo.
Christian tragó saliva.
-Sé de sobra que no te quieres ir-
Christian sintió como si una bola se le instalara en la boca de la garganta.
-Si hemos hecho esto, lo de pagaros un viaje, no es solo porque te irás en breve y queremos que nuestro hijo intente pasarlo lo mejor hasta tu despedida-
-Yo...no sé cómo darle las gracias por no verme como cabrón y un hijo de puta aún viendo que llegué con alguien y...-
-Ey, oye- Ricarddo le coloc&