Al verano siguiente.
-Ma qué cossa...Signore, Christián!!-
Rossanna se quedó inmóvil en mitad del pasillo al notar dos manitas aferrarse de sus pantorrillas.
Después otras dos la agarraron de una pierna.
-Elyan, signora!!- llamó asustada.
Llevaba la bandeja con los platos y vasos y no podía agarrar a ninguno de los dos pequeños.
Ricarddo y Christian salieron del despacho del primero para ver atónitos a los dos niños riendo y jugando ajenos al peligro o accidente que podían provocar con Rossanna.
-Fabio, no- regañó Christian caminando hacia su hijo.
-¿Pa?- dijo el niño llevándose el puñito a la boca.
-Estarán en el patio y ni se habrán dado cuenta que los niños entra...-
-¡¡Lucca!!-