-Lindura voy a salir- anunció el rubio.
Mel asomó por el dormitorio.
Ian le miró y se preocupó.
Caminando hacia él le abrazó.
-Mel, ¿Estás bien?- se interesó.
-No retengo nada en el estómago- se lamentó el moreno.
Ian asió su rostro entre sus manos y le besó con ternura.
Acariciándole las mejillas preguntó:
-¿Quieres que me pase por una pastelería y te compre algún dulce?-
Mel arrugó la nariz.
-Un…croissant-
-Un croissant será- asintió Ian.
Dándole otro beso, se despidió de él.
Mel regresó a la cama.
En cuanto supo de su estado fue al médico privado que él e Ian tenían ofrecido por los de la comunidad.
Sí.
Ellos también pertenec&iac