ELIOT MAGNANI
—¿Qué pasa? —preguntó Cristine fingiendo sorpresa, pero sus ojos llamearon con intensidad, incluso temí por la seguridad del policía—. Es mi auto y puedo hacer lo que yo quiera con él.
—¿Su auto? ¿Tiene como comprobarlo? —preguntó el hombre con cautela, pero eso solo hizo enfurecer a Cristine de esa manera fría que incluso a mí me dejó impactado.
—¡Qué curioso que lo pregunte! —dijo con una gran sonrisa antes de acercarse al borde con intenciones de bajar. De inmediato me acerqué para ayudarla, tomándola en mis brazos como mi hermosa princesa guerrera que tanto me fascinaba.
Sin apartar la mirada del oficial, se acercó cautelosa, dejando que la barra de metal arrastrara por el piso. Si planeaba golpear al uniformado, yo la apoyaría. Me sentía tan atraído y fascinado por esa actitud de felina cazadora.
—Hace rato dejaron entrar a un hombre con mi hermana, una pelirroja parturienta encantadora, el tipo dijo ser su esposo y ninguno le preguntó si podía comprobarlo. ¡Le v