ELIOT MAGNANI
Por suerte Mario le arrebató el florero a Gerardo antes de que causara un desastre.
—Pensé que no querían a su hermanita —pregunté levantando una ceja.
—No es que la queramos… —dijo Gerardo dando saltitos para alcanzar el florero que Mario mantenía en alto—. No significa que de pronto haya dejado de ser fea o que nos caiga bien… es solo que… pobrecita.
—¡Escúchala! ¡Llora muy feo! ¡Algo le debe de doler mucho! —exclamó Leonardo angustiado y casi al borde del llanto.
—Solo la están bañando —aseguró Mario dándome el jarrón.
—Pobrecita, a mí tampoco me gusta bañarme —dijo Bruno casi compartiendo su dolor.
Entonces la enfermera abrió la puerta, con mi pequeña en brazos, viendo a los niños uno por uno.
—Creo que mantendré la puerta abierta por si se quieren unir… —No lo tuvo que decir dos veces. Apenas dio media vuelta mis pequeños avanzaron detrás de ella para ver con atención como Aurora recibía su baño.
En cuanto me asomé los vi fascinados, metiendo sus manos en la t