ELIOT MAGNANI
No estuve consciente de cuánto tiempo pasé dormido, descansar por fin en una cama que no fuera la de la celda, con el tibio cuerpo de Cristine a mi lado, fue suficiente para que pudiera dormir todo lo que no había dormido en ese tiempo. Abrí los ojos lentamente y me removí en la cama, haciendo que las sábanas y las almohadas liberaran su dulce aroma, pero mi mano no encontró su cuerpo.
Era sorprendente como en segundos cada uno de mis músculos se tensó y una descarga de adrenalina me puso ansioso. Me senté sobre la cama y no tuve que buscarla mucho, para mi buena suerte se encontraba usando un encantador camisón blanco y se veía al espejo, primero de frente y luego de perfil, mientras pasaba su mano por su vientre, haciendo que la tela se adhiriera y mostrara su pequeña barriga.
Ahí estaba mi pequeño hijo creciendo y no pude evitar sonreír. ¿Cómo era posible que años antes pudiera mantenerme alejado de ella por meses? Ahora sabía que no podría sobrevivir ni un día. Mi