Mis ojos se abrieron de par en par cuando de repente me senté en la cama y jadeé. El sudor corría por mi sien mientras revisaba mis brazos y los miraba con los ojos muy abiertos para encontrar sangre por todos lados, pero no había nada. Mi pecho subía y bajaba con respiraciones rápidas mientras mis ojos escaneaban mi habitación.

No podía decir si era realidad o una pesadilla. Entrecerré los ojos para encontrar las sombras que acechaban en la oscuridad de mi habitación. Tenía miedo de que en cualquier momento Caí saliera de las sombras y me hiciera daño.

Un grito estridente escapó de mis labios cuando mi corazón se subió a mi boca cuando llamaron a mi puerta.

—¿Ara? —escuché la voz profunda y llena de pánico de Jason mientras cerraba la boca tratando de respirar—. Está bien, Ara. Estás a salvo. Estoy aquí para ti —su voz era suave pero tenía preocupación por mí—. Fue sólo una pesadilla. Escuché tus gritos ahogados. Estás a salvo, Ara —dijo mientras tocaba mis mejillas para encontrar