CAPÍTULO 3: Paragon

Cuando Brice decidió buscar a su amigo perdido hacía varios años, nunca imaginó que lo encontraría convertido en el Hacker más reconocido y mejor pagado de la zona exclusiva. Es más, ni pensó encontrarlo, y no es que estemos poniendo una nota adicional de tragedia, sino que su historia de vida no era muy esperanzadora.

El nombre de “Paragon”, no le sonó muy familiar en un inicio, pero al leer un artículo que habían redactado en su honor; se dio cuenta de que era muy probable que se tratara de su viejo amigo. Buscarlo y encontrarlo no fue difícil, que él se dignara a responder sí que lo fue. Paragón tenía una agenda realmente ocupada y siempre respondían sus bots a cada solicitud. Cuando al fin le escribió a través de una conexión segura y aislada de la Hive, es que Brice comprendió que había acertado y realmente se trataba de él.

Desde ese preciso momento habían vuelto a comunicarse como en el pasado, era como si nada se hubiera roto entre ellos. Sin embargo, no se sentía igual o era lo que percibía Brice, pero trataba de hacerle caso omiso; sentía que podía ser culpa de algún rencorcillo suyo muy  mal encaminado. Dome, al enterarse que habían recuperado su amistad mostró cierta emoción, pensó que él preguntaría por ella y pediría su user para hablarle, pues no habían terminado mal su relación. El asombró y decepción la golpearon duramente cuando pasaron meses y nunca preguntó por ella ni la contactó y aún menos, insinuó interés en saber cómo estaba. Orgullosa mujer que era, decidió que no haría preguntas ni mandaría saludos, aunque Brice igual se los inventara y los mandara a él.

El descubrimiento de su amigo de infancia convertido en un Hacker de élite, había conmocionado a Brice de tal manera que hablaba muy emocionado de su trabajo y trayectoria en todos esos años. Contaba anécdotas que el mismo Paragón le había relatado, y contagiaba la emoción de vivir en un lugar donde todo era permitido. La realidad que vivía en la zona exclusiva distaba abismalmente a la que ellos se enfrentaban día y noche; algunas veces, hasta envidia sana sentía al leerlo.

La vida le había sonreído, sin duda alguna, en muchas conversaciones solían recordar cuando recién se conocieron. El ahora llamado Paragón, siempre estaba jugando en un parque al que Brice y Dome solían ir, ambos tenían unos 6 años y Dome 5 cuando eso pasó. Nunca lo había podido olvidar, pero cada uno por diferentes circunstancias. Por algunas semanas, siempre encontraban al mismo niño rubio como esperando por ellos para jugar, siempre estaba de primero en el parque y se iba de último, mucho después que ellos abandonaran lo abandonaran. 

Al poco tiempo la Sra. Spencer, madre de Brice empezó a darse cuenta de eso, y le causó asombro que fuera el único niño de ese barrio que fuera solo al parque; y a esa edad. Sin embargo, cada vez que preguntaba a los niños y las demás madres no le daban ninguna razón. La cualidad generosa y humana de ella, hizo que un día fuera hasta ese parque para comprobar si las sospechas que tenía desde hacía unos días eran ciertas, no fue sorpresa encontrarlo acurrucado en uno de los túneles que eran parte de los juegos. Por ello, desde ese día lo llevó a su casa y cuidó de él como si fuera un hijo más.

La relación entre él y Brice siempre fue llevadera, eran buenos amigos, su trato era de hermanos, aunque, fuera bastante evidente que no lo eran. Brice siempre lo trataba como un igual, pero él no se sentía de la misma manera, ser consciente de sus raíces y de dónde provenía lo hacían comportarse de forma rebelde la mayoría de las veces. La madre de Brice era sumamente comprensiva, y eso a él lo conmovía, lo obligaba a bajar los muros que había construido para ser un huérfano que sobreviviera tantos años en las calles.

Asimismo, en la escuela y en las calles su actitud era totalmente diferente a la que mantenía bajo el techo de Brice, ahí en ese reino, la Sra. Spencer era la mayor autoridad y él se sujetaba completamente. No se le veía ni una gota del atrevimiento u osadía con la que solía responder en las calles o aulas de la escuela. Los adultos parecían sus mayores enemigos, era evidente que no se sentía cómodo con ellos y tampoco eran dignos de su confianza, los rechazaba de forma automática con respuestas insolentes. Por el contrario, la Sra. Spencer, que peleó su propia lucha para ganársela poco a poco, sin lugar a dudas, había salido victoriosa.

Las figuras de autoridad eran su otra némesis, siempre estaba en contra de ellas, los hacía volver locos con cada acto de sublevación. En la escuela, el Director y maestros, cada año que iniciaba deseaban fervientemente que se acabara lo más pronto posible. La Sra. Spencer era una visitante asidua de la escuela gracias a él, pero siempre buscaba comprenderlo y en lugar de darle la espalda lo animaba a cambiar, a buscar otra forma de expresar todo ese enojo. De esa forma es que llegan las artes marciales a la vida de ambos, pero para Brice era más sencillo respetar la disciplina que se requería, no obstante, él no podía y se excedía en fuerza o descontrol. No era fácil sobrellevarlo, nunca lo fue para nadie, excepto la Sra. Spencer a la que veía como su protectora.

Por otro lado, su relación con Dome era contradictoria, cuando eran pequeños la veía como una hermanita a quien proteger, pero mientras fueron creciendo los sentimientos fueron variando y creando confusión. Al entrar en la adolescencia, fue aún peor, ya no sabía si quería solo cuidarla o mantenerla lejos de todos para que estuviera solo con él. El mayor de los problemas fue que no era el único experimentando cambios en su forma de pensar o expresar sus emociones; Brice y Dome también. Ese cariño romántico que despertó en él lo hacía comportarse diferente, lo obligaba a mostrarse débil; así que aumentaba la intensidad de su lado desobediente. Eso no obró de forma positiva, la chica terminó enamorada del que era más demostrativo y andaba presente en cada instante de sus días.

De igual manera, sus sentimientos eran un torrente a esa edad, y no por eso dejaron de seguir su cauce. El final de esa historia fue un triángulo amoroso y de amistad muy complicado, lleno de altibajos, emociones y experiencias que en su mayoría les hubiera gustado no tener que atravesar. La conclusión se dio al cumplir los 14 años, él decidió que ya no quería vivir así y que no había nada ni nadie más que lo atara a ese lugar. Fue así que como llegó al parque una tarde, no lo volvieron a ver más ni saber de él. 

Su huida fue un golpe duro para la Sra. Spencer, pero trató de comprenderlo a pesar de todo y le deseó lo mejor; ella fue la primera persona a la que él contactó cuando se estableció en un lugar. Y aunque no sabía exactamente cómo estaba, ya que solía ser escueto con la información y las respuestas, tal vez por temor a que ella fuera en su búsqueda y lo regrese, pero al menos sabía que seguía vivo y bien. Él por su parte se mantenía al tanto de cómo iban sus amigos y en especial Dome, la Sra. Spencer que nunca supo sobre los últimos acontecimientos lo mantenía al tanto creyendo que era un cariño de hermano; y él siempre lo agradeció. Eso es algo que ella siempre mantuvo a espaldas de su hijo.

El saber todo sobre Dome desde hacía años atrás, era el secreto mejor guardado entre él y la Sra. Brice, y cada día le alegraba que la inminente relación entre su hijo y ella no se hubiera concretado. El haberse ido por tanto tiempo no había logrado quitarle esos sentimientos, no se los había podido arrancar y le eran realmente molestos. La sorpresa que recibió al ser contactado por Brice fue máxima, pues estaba seguro de haber hecho bastante daño la noche que partió. La comunicación le hizo saber que Dome no había hablado al respecto, porque si así fuera, él no lo hubiera tratado de localizar. Era consciente de haber roto su promesa a Dome, pero en el fulgor del enojo por su rechazo había optado por actuar sin pensar. Lo consolaba, que al parecer, todo eso era historia pasada.

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