Griffin
El teléfono suena junto a mí y lo tomo con brusquedad, últimamente mi mal humor es una constante que tristemente están pagando mis hombres
– Diga – del otro lado no recibo respuesta y se por el identificador de llamada que es uno de ellos – maldita sea ¿qué demonios quieres?
– señor, encontramos la mercancía – comenta nervioso y finalmente después de días de incertidumbre, logro sonreír
– bien, ¿dónde está y para que llamas en vez de traerla?
– ese es el problema señor, no podemos llevarla de regresa – hace otra pausa dudando
– TERMINA DE HABLAR MALDITO IDIOTA – le grito sin más
– La quemaron señor – escuchar esas palabras me deja de una pieza, quien demonios se atrevería a quemar mi mercancía