Lucciano después de salir de dar la clases en la universidad, recordó que tenía pendiente una visita a su viejo amigo Alessandro.
Llegó al imponente edificio de telecomunicaciones, donde estaba Alessandro, pero no se imaginó a quien se encontraría ahí.
Los sonidos de unos cristales rotos en el suelo de la oficina, un mal movimiento de mano y el portaretrato de familia fue a dar al suelo.
— ¡Sofía! — Llamó a su asistente.
— Dígame señor. — Contestó muy nerviosa, entró y vió los vidrios rotos y continuó.
— Enseguida recojo eso señor.
— Envia a que la arreglen, la quiero hoy mismo..
— Enseguida lo hago señor.
Sofía era un manojo de nervios, estaba en periodo de prueba, tomó la foto y se dispuso a salir.
— Buenas tardes. ¿Señor tiene cita con el señor Berlusconi?
— Buenas tardes, no, no tengo cita, pero puede anunciarme con él, pueda que me reciba.
Sofía anuncia a Alessandro de la visita de Lucciano.
— Señor, el señor Lombardi no tiene cita pero desea hablar con usted . — Le dice y ense