Mis ojos se llenan de lágrimas.
—Tienes razón, todo este tiempo he sido tan obvia —susurro—. Lo mejor es que me aleje y deje esta absurda idea de ser madre. —Las lágrimas se desbordan de mis ojos.
Empiezo a llorar en silencio.
Martyn espera a que me desahogue, hasta que dejo de llorar y me limpio las lágrimas con las palmas de mis manos.
—¿Por qué no lo intenta con otros hombres? —pregunta mientras me sirve vino—. No debe renunciar a su meta de ser madre, todo lo contrario, si tanto quiere serlo, debe luchar por ello. Pero creo que sería bueno que se fijara en otros hombres; si el plan A no funcionó, puede crear un plan B.
—¿Y quién puede ser ese plan B? —Le acepto la copa cuando me la ofrece—. ¿Tú?
Sonríe ampliamente y por un momento se ruboriza.
—Oh, yo estaría halagado &