Cap. 3.1

     Samara lucha para quitar la mano que presionaba su boca fuertemente, se estaba ahogando con su propio vomito, el hombre retira su mano haciendo un gesto de guardar silencio, Samara tosía tratando de recuperar su aliento y algo de aire para poder respirar, cuando Samara por fin presta atención a su salvador, se da cuenta de que era el herrero de los establos.

     Gracias ─. Dijo Samara aun con voz entrecortada y algo ronca, aun tratando de respirar; el herrero asiente, ¿Qué rayos hacía el herrero de los establos en la casa?, de todas maneras no importaba, lo que importaba era que la había salvado de ser devorada por su padre, el herrero asiente en aprobación, sujetándola por los hombros con ternura, luego su agarre fue volviéndose más fuerte y apretado, lastimando sus brazos, Samara se da cuenta de que el rostro del herrero y su mirada se fueron volviendo vacuos, sombríos, cruzando sobre sus labios una sonrisa ansiosa y maníaca; bruscamente el herrero aferra contra su duro cuerpo a Samara, tratando de evitar todo movimiento.

     Entre el forcejeo, Samara recordó un obsequio que le fue dado por su hermano Tristán en uno de sus viajes. ─ Cierra los ojos, hermanita ─. Solicitó su hermano después de haber sido recibido con los brazos abiertos por su hermana, Samara cierra los ojos muy emocionada, ella sabía de que recibiría un obsequio de su hermano como siempre lo hacía de regreso de sus viajes, ¿Qué sería esta vez?, cuando sintió por fin el objeto frío en sus manos, abrió los ojos y arrugó el ceño por tan extraño obsequio. ─ ¿Un colmillo? ─.

     Un gran colmillo blanco, tan blanco como la nieve, un blanco como si nunca hubiera sido usado, brillante, pulido. A pesar de ese detalle, Samara arruga la nariz en un gesto de desaprobación y grima por el extraño regalo en su mano, un colmillo que medía unos veinte centímetros. ─ ¿Para qué quiero un colmillo? ─ Perteneció a una bestia que maté ─. Dijo su hermano algo nervioso. ─ Creí que te gustaría, lo maté con mis propias manos ─ ¿Y esto es lo que me traes? ─ Me gustó, y esperé que te gustara, era extraño ya que no era una bestia común, nunca la había visto y sus colmillos… ─. Relataba su hermano, haciendo énfasis, arrugando su ceño, recordando aquel momento algo extraño. ─ Lo acepto, ya que viene de ti, de tu caza y arriesgaste tu vida por traérmelo y eso lo valoro muchísimo y… ─ ¿Y? ─ Porque te amo y eres mi hermano ─. Decía Samara con una tierna sonrisa juguetona, Tristán esboza una sonrisa con la mirada llena de brillo y amor por su hermana, levantando su mentón con solemnidad.

     Después, al pasar de los días, Samara no sabía qué hacer con el colmillo, inesperadamente, en sus días de paseo por los jardines, se topa con Couslan que aparecía en los momentos más extraños de su vida, siempre sorprendiéndola, asustándola, pero esta vez fue él el sorprendido. ─ ¿Qué es eso? ─. Pregunta Couslan con el ceño fruncido, intrigado por el extraño objeto en la mano de Samara. ─ ¿Esto? ─ Si ─ Un colmillo ─ (resoplido) Ya lo sé ─ Entonces, ¿Por qué preguntas? ─. Replica Samara sacando la lengua. ─ ¿De dónde lo sacaste? ─ Mi hermano me lo dio ─.

     Couslan se lo quita de las manos y Samara lucha en protesta para que se lo devuelva, en cambio Couslan se reía burlándose de sus intentos e inesperadamente se detiene un momento, contemplando el colmillo, como si se hubiera hipnotizado por el regalo. ─ Es hermoso ─ Dámelo, Coulan… (Gruñido), da-me-lo ─ ¡Tengo una idea! ─. Dijo Couslan con brillo en sus ojos. ─ Dámelo y después mi dices tu idea ─. Espetó Samara con el ceño fruncido, apoyando su peso en una pierna, dando golpecitos de impaciencia con el otro pie, una mano sobre su cadera y su otra mano extendida, demandado que su colmillo fuese entregado.

     Couslan se lo regresa rodando la mirada, dejándola en blanco. ─ ¿Qué tal si se lo llevo a mi padre? ─ ¿Para qué? ─. Pregunta Samara arrebatando de las manos de Couslan el colmillo. ─ Él sabrá qué hacer. Es un artesano experto ─. Samara sopesó la idea, después de un par de latidos, le entrega el colmillo, una semana después, Couslan le entrega el colmillo, forjada y formada en un puñal blanco con cacha de marfil, Samara queda fascinada por el trabajo que había realizado el padre de Couslan.

     Detalla el puñal hecho con el colmillo, entrecerrando los ojos de manera inquisitiva. ─ Solo le falta algo ─ (resoplido), ¿Ahora eres una experta? ─ Tengo mis trucos ─. Espetó con divertida arrogancia.

     En la noche, Samara le hizo unos grabados al puñal en la hoja; al finalizar su trabajo, contempla el puñal como si la obra hubiera sido al fin completada, observó con una sonrisa de aprobación y llena de satisfacción, sin embargo, los grabados eran extraños, ella no los entendía, nunca los había visto, no obstante, le parecían familiares, los grabados bailaban en su cabeza tan claras, que no pudo evitar plasmarlos en el puñal, siempre mantuvo oculto el arma a la vista de sus padres.

     Ese mismo puñal, ella lo mantuvo hasta ese momento en que su vida se vio amenazada por el herrero, sacó el puñal oculto en una funda de cuero de su muñeca, la cual, la manga de su vestido tapaba muy bien. Incrustó el puñal en la pierna del herrero poseído, los grabados brillaron con tal intensidad, que el lugar donde fue enterrado, ardió de tal manera que la herida comenzó a emanar humo, el herrero gritó de dolor desesperado, cayendo de rodillas, aflojando el agarre de Samara; ésta empuja con fuerza apartándose de él y se enfila otra vez a la carrera, el herrero se abalanza hacia Samara, pero ésta esquiva con facilidad para así el herrero caer estrepitosamente por las escaleras, un fuerte crack se escucha al final de la caída, el cuerpo del herrero queda inmóvil.

     No se registró más bulla, ni de guardias a los alrededores, ningún sirviente, nada, Samara baja lentamente hasta el herrero, aun éste seguía tendido en el suelo, Samara se da cuenta que los ojos del herrero miraban fijamente a la nada con la cabeza en una posición imposible, estaba muerto, como pudo, Samara sorteó el inerte cuerpo, tomando su puñal, y en silencio salió de la casa, para su sorpresa, las calles de la aldea eran un total caos, gente corriendo de un lado otro, gritando, matando, mutilando y violando, incendiando sus hogares, el mundo se había vuelto loco.

     Una mano la sujeta por la muñeca con fuerza y ella da un respingo acompañado de un jadeo por el susto. ─ Por aquí ─. Era la voz de Couslan llevándola lejos del desastre, durante su carrera, pudo ver como el tiempo se detenía.

     Mientras corría, pudo ver con alto detalle todo lo que pasaba a su alrededor, no pudo evitar sus lágrimas salir por todo el infierno desatado en la aldea de Bristol. ─ Hay que salir de aquí ─. Sugirió Couslan sin mirar atrás.

     Al llegar a un claro, lejos del caos y la desesperación, donde la bulla agónica sonaba ahogada y lejana, Couslan se detiene en un instante, se gira hacia Samara. ─ ¿Couslan? ─. Nombró Samara con temor, tentativamente a que su amigo enloqueciera de repente, Couslan enmarca el rostro de Samara con sus manos, traga con dificultad, al parecer estuvo corriendo por todos lados para encontrarla, con su respiración agitada y empapado en sudor y suciedad. ─ Escúchame bien, Samara, tenemos que correr, no importa lo que oigas, no importa lo que pase, nunca mires atrás, ¿Me oíste? ─. Samara, aun jadeando, asiente con los ojos abiertos de par en par, estaba aterrada.

     En el instante en que Couslan se gira para proseguir con su huida, una espada le atraviesa el pecho, Couslan emite un grito ahogado, el filo de aquella espada sale por su espalda, la hoja de la espada era tan negra como el ébano, la espada gira en el pecho de Couslan, éste da un jadeo agonizante, hasta que la espada sale de su pecho, bañando el rostro de sangre a Samara, Couslan cae al suelo, Samara parecía no poder respirar, sus labios y todo su cuerpo temblando de terror, de pronto, la luz del fuego que cubría la aldea en la lejanía o tal vez eran antorchas, no lo sabía, iluminó el rostro del hombre que acababa de asesinar a su mejor amigo, Darrel Morrel.

     Los pies de Samara se encontraban congelados, ella trataba de luchar contra el impulso de quedarse allí parada, quería correr, pero su cuerpo no respondía, Darrel se pasa una mano por su cabello suspirando de alivio. ─ Creí que nunca llegaría ─. Samara lo miraba con terror, su voz en su pecho se apagó ante la idea de que ella era la próxima. ─ ¿Estás bien?, ¿Estás herida? ─. Samara aun no podía hablar, Darrel le da una patada al cuerpo de Couslan corroborando si estaba bien muerto, cuando Samara vio el cadáver de su amigo, la sorpresa no pudo evitar que cayera de rodillas, los ojos de Couslan, ¿Dónde estaban?, no había nada allí, era como si se los hubieran arrancado, y su sangre, no era su sangre, era algo viscoso y negro, ¿Qué mierdas estaba pasando?

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