Cap. 24.1

El viento soplaba suavemente por la ventana, el Nefilim entra a la habitación para contemplar a Renata dormir, sintió una gran urgencia de besarla cuando se giró boca arriba estirándose, ver esos suaves labios y su rostro tan relajado, sin la tensión del miedo o del peligro en ella, la luz que emitían las farolas de keroseno la hacía ver casi angelical, se aferró más a las mantas y farfulló algo que a Darién le causó algo de gracia, vio como ese maldito anillo brillaba en su dedo, tendrían que buscar un espejo o un cristal lo suficientemente grande para entrar a la casa de Aracne o hacer para que ella entrara, frunció el ceño y salió de la habitación sin hacer ruido.

Renata soñaba, soñaba con Darién y todas aquellas cosas que él le mostró, y otras cosas más que no recordaba, pero le eran conocidas, vio como se sumergían en un beso profundo bajo el cielo estrellado, ella siendo amada por Darién, sus labios recorriendo su piel hasta hacerla gemir de placer, y… ─ Mátalo ─. Rena
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